Tanto en los países centrales como en la periferia capitalista, los
trabajadores y el pueblo pobre somos obligados a pagar los costos de la crisis
económica mundial, una crisis de dimensiones históricas que nosotros no
provocamos y que cursa ya su quinto año.
En nuestro país, en los últimos meses se ha profundizado la ofensiva
antiobrera y antipopular con el avance de las reformas estructurales: primero
con la reaccionaria Reforma Laboral con que terminó el sexenio de Calderón y luego,
con el regreso del PRI al poder y el cierre de filas en el régimen expresado en
el “Pacto por México”, con la aprobación por el Congreso y posterior
promulgación de la Reforma Educativa.
Pero la patronal y el imperialismo quieren más, y con la
modificación a sus estatutos en su pasada asamblea nacional, el PRI se prepara
para la entrega de Pemex y el IVA en medicinas y alimentos.
Para garantizar el avance de los planes del “Pacto por México”, el tricolor cuenta con la complicidad de
las burocracias dirigentes de los sindicatos oficialistas, tal como se mostró
con el acuerdo cupular -luego del encarcelamiento de Elba Esther Gordillo- para
imponer a Juan Díaz de la Torre al frente del SNTE, o con la subordinación de
la CTM asegurada por su líder charro, Joaquín Gamboa Pascoe.
Simultáneamente, y previniendo posibles manifestaciones por el
descontento acumulado, el régimen acentúa sus rasgos autoritarios conformando
la “Gendarmería Nacional”, mientras en algunos estados del país ha comenzado a
instrumentarse la política de policía de mando único.
Por su parte, desafiando las amenazas del secretario de educación,
Emilio Chuayffet, en las últimas semanas el magisterio viene realizando paros y
movilizaciones en varios estados contra la Reforma Educativa y en repudio a la
imposición del presidente del SNTE, con un paro indefinido en Guerrero que la
CNTE se prepara a secundar en aquellas entidades donde las condiciones lo
permitan. Es necesario que los sindicatos opositores como el SME y los
agrupados en la UNT, así como todos los sectores afectados, rodeemos de
solidaridad las acciones del magisterio, impulsando la lucha por la
democratización del sindicato y para que en unidad exijamos ¡Fuera manos del
Estado del SNTE! y ¡Abajo la Reforma Educativa!
Frente a la magnitud del ataque se hace indispensable la más amplia
unidad de las filas obreras, siendo los trabajadores organizados en el
sindicalismo opositor los mejor posicionados para impulsar esta política. Al
mismo tiempo, es necesario que la fuerza de los trabajadores se ponga en
movimiento con la más absoluta independencia de clase, sin depositar ninguna
confianza en los partidos y las instituciones del régimen, abandonando la vía
legal, civil y pacífica que una y otra vez se ha mostrado impotente, y
apostándole a la confianza en nuestras propias fuerzas y métodos de lucha, como
la movilización en las calles y la huelga. La organización democrática desde
las bases es la mejor forma para decidir colectivamente los pasos a seguir,
asegurando con ello la fortaleza de la lucha.
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