15 marzo, 2013

Breve recorrido por la primavera magisterial de 1989

Por Jimena Vergara, profesora
Corría el año de 1989 y Carlos Jonguitud Barrios – dirigente de la corriente magisterial priísta del SNTE denominada Vanguardia Revolucionaria - había establecido un férreo control del sindicato durante 17 años, basado en la persecución de la disidencia. Cientos de maestros democráticos habían sido reprimidos, golpeados o asesinados, y la organización magisterial se había convertido en uno de los principales pilares del régimen del PRI.

Si no hay solución, tomaremos la sección

El 30 de enero, la CNTE convocó al paro nacional para exigir la rezonificación salarial del Distrito Federal como “zona cara”. Los maestros de primaria se pusieron a la cabeza de la lucha y pelearon para que de las asambleas delegacionales se nombraran a los representantes electos democráticamente para los Congresos en las secciones 9, 10 y 11. Las anomalías registradas en el proceso y el peligro de un charrazo, hicieron que los maestros comenzaran a preparar medidas de lucha y convocaron al paro para el ocho de febrero, día en que se efectuaría el Congreso de la Sección 9 del SNTE.
Ese día, 1500 maestros de base, con casi 200 delegados elegidos democráticamente a la cabeza, organizaron una marcha  por la avenida Tlalpan y arribaron a las instalaciones de Belisario Domínguez 32 para cercar el Congreso y exigir una discusión democrática. Ahí ya los esperaban las fuerzas de choque de Vanguardia Revolucionaria y muy a duras penas lograron entrar, pasando el cerco de golpeadores que tenían tomados los accesos.
Después de una intensa lucha política, los charros introdujeron la vaguísima demanda de  “aumento sustancial”, e impusieron a 60 militantes de Vanguardia Revolucionaria para dirigir el Comité Ejecutivo de la sección, acallando a los disidentes y maniobrando la votación.
Los delegados democráticos salieron al grito de “La base lo sabrá y luego se vengará”, mientras afuera se dejaba oír el grito rabioso y amenazante de “Si no hay solución, tomaremos la sección”. A pesar de que Vanguardia Revolucionaria impuso el charrazo, se habían escrito ya las primeras páginas de la ya célebre Primavera Magisterial
La efervescencia
El ejemplo de los maestros de la Sección 9 se extendió a otras, en particular la 11. La disidencia ardía: a las afueras del congreso seccional de esta última, los representantes democráticos de Bellas Artes (INBA) no podían entrar, y estallaron trifulcas por doquier, a tal punto, que los granaderos del D.F. estaban listos para intervenir a macanazos. Maniobras como estas se repiten durante toda la sesión, hasta que queda claro que la mayoría la tiene la oposición democrática.
Los charros no ceden, así que la rabia estalla y tienen que salir huyendo de la sede, a encerrarse en el local sindical, a donde son seguidos por la marea de trabajadores. Así, encerrados y cercados, votan a su Secretario General, Bernando Quezada, pero los trabajadores de base han ganado en la calle. 
Los maestros de primaria organizados en la Sección 9, convocan al paro nuevamente y a una movilización masiva, mientras ponen en pie el Congreso de Representantes Democráticos de Escuela en el que participaron 50 mil maestros del Distrito Federal. Del Congreso, surge una nueva dirección, legítima, que la base reconoce: 56 delegados votados a mano alzada que compondrán el nuevo Comité Ejecutivo de dicha sección y que desconocen por completo a la dirección impuesta por Vanguardia.
Como se ve, la exaltación era particularmente exacerbada en la Sección 9 y el paro se extiende a lo largo y ancho de la ciudad, como medida de fuerza y de contundencia frente a las demandas, amparado en el apoyo popular que los maestros van consiguiendo a través de las brigadas y los mítines improvisados afuera de las escuelas, donde se explica a los padres de familia por qué no hay labores y por qué la culpa es del gobierno y los charros.
Ya para ese momento, la marea antiburocrática ha impactado al magisterio a nivel nacional y comienzan a brotar por todos los rincones del país oposiciones democráticas cuyo principal referente es la lucha dada por los maestros del Distrito Federal. El descontento y la experiencia acumulada durante años arden en el magisterio, en particular del sur del país, producto de una tradición añeja en la lucha por salario y democracia.
El 17 de abril, el conflicto se extiende a nivel nacional y más de medio millón de maestros en Chiapas, Zacatecas, Puebla, Oaxaca, Nuevo León, Guanajuato y el Distrito Federal, atienden al llamado de la CNTE para impulsar la huelga nacional. Decenas de movilizaciones simultáneas se precipitan por las principales capitales y los muros de las ciudades se pintan con la leyenda: “si puedes leer esto es gracias a un maestro”.
El gobierno, presionado por el imponente ascenso, fungió como mediador entre el CEN del SNTE y los maestros democráticos durante el mes de abril, en particular en el caso de la Sección 9. De la negociación, el gobierno emitió la propuesta de convocar a un nuevo congreso seccional para septiembre y la formación de una comisión ejecutiva paritaria que representara a los charros y al magisterio democrático. Para las bases, se trataba de un acuerdo inaceptable, pero también para los charros que sentían desmoronarse. El 23 de abril, la SEP publicó un laudo en el que se inquirió a los maestros a regresar a clases, se convocó al congreso seccional de la novena y se anunció la dimisión de Jonguitud Barrios. Posteriormente, se anunció también el nombramiento de Elba Esther Gordillo como Secretaria General.
El magisterio democrático determinó entonces convocar a los congresos seccionales: en el caso de la sección 22 de Oaxaca, con un comité ejecutivo que representaba íntegramente al ala democrática. En el caso de la sección 9 aceptaron un comité ejecutivo paritario, aunque con mayoría democrática, y en el resto de las secciones, aceptaron comités paritarios y la promesa de convocar rápidamente a nuevos congresos seccionales.
El triunfo parcial en la sección 9 no se generalizó en el resto de los estados donde por distintas vías se impusieron los charros: sea por debilidad de los sectores democráticos, sea por maniobras abiertas de la burocracia que, en algunos casos, trasladó los congresos a donde no pudieran llegar los maestros democráticos. Al estar en reflujo la movilización, producto del desgaste y la confianza en la realización de los congresos seccionales, el magisterio democrático quedó aislado y los charros lograron seguir ocupando la mayoría de las secciones del SNTE.
A manera de conclusión
Evocar la primavera magisterial es inevitable frente al reciente encarcelamiento de Elba Esther Gordillo, encumbrada por Salinas y ahora destronada por Enrique Peña Nieto. Así como en 1989  una nueva generación de maestros le dio un componente explosivo y radical a su primavera, actualmente una nueva generación de maestros nutre ya el ejército de mentores que siguen desempeñando su labor a nivel nacional. Esta generación está en peores condiciones. Los charros y el gobierno les han arrancado sus derechos y ahora están subcontratados, sin estabilidad en el empleo, sin derecho a la basificación.
Es menester que estas nuevas generaciones hagan suya la historia del magisterio, aprendan de ella, saquen las lecciones y se preparen para luchar por las demandas inconclusas del magisterio, en honor a sus muertos y perseguidos: la democratización del sindicato, su independencia de clase y la defensa de sus derechos elementales. Cuentan en su haber con una gran experiencia como la de la primavera donde se dotaron de un organismo de autodeterminación como la Asamblea Nacional de Representantes por Escuela, utilizaron el paro y la movilización como método de lucha y empalmaron con los sectores obreros y populares, enfrentando las trampas, la represión y el hostigamiento de la burocracia. En primer lugar, es de vida o muerte para las y los maestros del SNTE, repudiar de manera unitaria le injerencia del estado en el sindicato, alertando que la imposición de Juan Díaz es un charrazo a la usanza del viejo PRI y tomando el camino de la movilización contra la Reforma Educativa. 

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